jueves, 24 de octubre de 2013
Salamanquesa común (Tarentola mauritanica), Osga, Salmantesa, Pracan, Perenquén o Perinquén, Dragó o Dragonet, Santorrostro o Saltarrostro
50 mm - f/8 - 1/100 seg. - ISO 200
Especie muy común en toda la costa mediterránea, península Ibérica y norte de Marruecos.
Se ha habituado muy bien a las construcciones urbanas, siendo común encontrarla en nuestros patios, parques y jardines, donde consigue alimento (insectos), siempre que disponga de zonas resguardadas y soleadas, ya que necesita el calor del sol para activar su sistema muscular, al tratarse de un animal de sangre fría.
A muchas personas les causa repugnancia y muchos mitos se han descrito sobre este reptil.
La verdad es que es totalmente inofensiva y ademas representa un insecticida para nuestros cultivos totalmente ecológico y efectivo.
50 mm - f/8 - 1/100 seg. - ISO 200
Los dedos, cinco en cada extremidad, tienen protuberancias laminares laterales e inferiores que le proporcionan cierta adherencia para trepar y desplazarse por superficies verticales (incluso en cristales).
Podemos observar que en los dedos 3 y 4 dispone de una uña, en este caso estamos hablando de un macho ya que las hembras tienen uñas en todos los dedos.
Tambien se diferencian sexualmente por su tamaño, menor en las hembras.
50 mm - f/8 - 1/100 seg. - ISO 200
Las salamanquesas comunes son animales nocturnos, aunque en ocasiones se muestran activas en torno al crepúsculo o incluso durante el día, especialmente en los días soleados del fin del invierno.
Normalmente tiene un carácter huidizo ante la presencia de los humanos, aunque en ocasiones se muestran confiadas al no verse atacadas por este.
50 mm - f/8 - 1/100 seg. - ISO 200
Su cabeza es grande y ancha, triangular y separada del cuerpo por un pescuezo marcado.
Su boca es obtusa, y sus ojos grandes, sin párpados y con pupila vertical.
Los orificios laterales actúan a modo de oído.
50 mm - f/8 - 1/100 seg. - ISO 200
Las pupilas verticales resultan ser de vida nocturna.
Los animales de vida nocturna también deben, en numerosas ocasiones, desarrollar actividad durante el día, y en esos casos las pupilas verticales les son de gran utilidad, pues les permiten limitar, en gran medida y con precisión, la intensidad de luz que penetra en la cámara ocular.
Se confirma la relación entre ese rasgo del ojo y el modo de caza, ya que la mayoría de los depredadores que esperan agazapados a que una presa se les acerque tienen la pupila vertical, mientras que la mayoría de los que, total o parcialmente, cazan de forma activa, la tienen pupila circular.
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